jueves, 30 de marzo de 2017

El control emocional parte 2


Para poder manejar las emociones es necesario reconocer los propios sentimientos y también distinguir los ajenos utilizando la inteligencia emocional.
La inteligencia emocional consiste en el conocimiento de las aptitudes personales y sociales, como la empatía y la habilidad social; el auto-conocimiento, la capacidad de autocontrol y la motivación, que se pueden mejorar para lograr un mayor auto-dominio.
[imagen tomada de https://s-media-cache-ak0.pinimg.com/564x/02/92/74/029274f42f3ec24d32655c33258f20e5.jpg]


Las emociones influyen en la actividad motora y el funcionamiento orgánico, principalmente a nivel neurovegetativo; y afectan cualquier rendimiento.
A nivel fisiológico, cambia el ritmo de la respiración, la frecuencia cardíaca y la presión arterial. A nivel mental, genera pensamientos relacionados; y a nivel de comportamiento, altera los movimientos del cuerpo.

Cuando la exigencia externa aumenta, es acompañada de una consecuente exigencia psicológica que requiere de un gran dominio emocional para cumplir los objetivos.

Las emociones afectan la capacidad de concentración, la toma de decisión y produce fallas en la actividad en general.

Las personas que logran permanecer calmados y equilibrados en situaciones de gran estrés tienen en general una estructura de personalidad firme y sólida, son seguras de si mismas, saben lo que quieren y hacia donde desean ir.

El rendimiento óptimo se obtiene con el auto-control emocional, permaneciendo frío y relajado para favorecer el funcionamiento del cuerpo y de la mente y mantener el equilibrio; dándose cuenta de cuál es el sentimiento que pretende dominarnos.

La serenidad se logra desprendiéndose de esos sentimientos negativos, lo que da lugar al uso de la razón y la creatividad y permite utilizar todos los recursos disponibles hacia el logro de los objetivos. Pero también son necesarios el compromiso, la motivación, la iniciativa y el optimismo.

No se trata de reprimir las emociones sino de identificarlas, reconocerlas y transformarlas en energía positiva para nuestro beneficio.

Información: “Inteligencia Emocional”, D. Goleman, 1995

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